Camisas típicas, polleras, vestidos con labores, cutarras y otras artesanías propias de esta región del país, se quedaron guardados en las repisas de los artesanos, que no lograron vender o alquilar durante las fiestas patrias.
Y es que durante este mes de noviembre es justamente cuando se da tradicionalmente el mayor movimiento en este tipo de negocios en la provincia de Herrera, sin embargo este año todo cambió debido a la pandemia de COVID-19.
La suspensión de eventos festivos, desfiles, fiestas y actividades culturales propias del mes de la patria, trajo consigo un duro golpe a la actividad económica de los artesanos, que tuvieron que reinventarse para poder sobrevivir.
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Ni para Carnaval hubo movimiento
Julio Mela, artesano que por años se ha dedicado a la confección, venta y alquiler de prendas típicas, indicó que el último movimiento comercial que tuvieron fue para el desfile de las Mil Polleras, en el mes de enero.
"Fue la última fecha que pudimos hacer algo de negocio, ya que ni para los carnavales hubo mucho movimiento", indicó Mela, quien aseguró que han sido meses de mucha incertidumbre por el futuro de sus negocios.
Aseguró que aunque ya están abiertos al público con restricciones, no pueden darse el lujo de mantener una planilla, ya que no hay movimiento económico que permita sostenerlos.
"No hemos recibido ningun apoyo, sólo tenemos las deudas que siguen acumulándose", puntualizó Mela.
Además de no tener ingresos económicos, los artesanos aseguran que la falta de estas actividades propias del mes de noviembre, también afectan el amor por las costumbres y las tradiciones.